Buscar este blog

jueves, 27 de octubre de 2011

Pioneros por el comunismo: ¿seremos como el Che?

Guillermo Morales Catá



Mis dos sobrinos acaban de iniciar en Barcelona el curso escolar. Aquí, en esta ciudad donde, en las aulas, todo se dice y habla en una de las dos idiomas oficiales de la Comunidad: el catalán; salvo la asignatura de lengua castellana. Llegaron hace muy poco de Cuba. Mi sobrina tiene siete años y menos catalán, entiende ya de muchas cosas. Acabo de encontrarme con ella y el más pequeño. Me hacía mucha ilusión preguntarles qué tal les había ido en el “cole”, con sus amiguitos, las maestras, los juguetes, los libros…
“Ay tío, aquí en España no hay que formar antes de entrar al aula, no hay Martí, ni pañoletas, ni matutinos, ni hay que saludar la bandera ni tampoco decir Pioneros por el Comunismo, seremos como el Che”, fue el primer comentario de la niña.
Me quedo mirando fijamente a la peque. Miro a mi hermano. Y no sabemos qué se le debe responder a una niña de siete años cuando sus primeras impresiones de la escuela son las que acabo de compartir con ustedes.
Este comentario no tendría sentido alguno, si no fuera porque todos los cubanos que hoy nos encontramos fuera de Isla hemos vivido aquella experiencia del matutino. ¿Os acordáis? Los viernes teníamos que aprendernos poesías revolucionarias como las del Indio Naborí y recitarlas desde el estrado ante todos los niños de la Escuela.
Después venía la parte en que se izaba la bandera en aquella asta que se empinaba al lado del busto de Martí. Nos llevábamos la mano a la frente. Uníamos los cinco dedos y cantábamos aquel himno que para nada hacia un llamamiento a los valores humanistas del la persona. “Que morir por la Patria es vivir”, decía una estrofa.
Hoy me pregunto el por qué nos vimos obligados a cantar un himno que nos invitada a morir por una Patria que no tenía sentido. Pero si a fin de cuentas ninguno de los niños tendríamos la obligación de ser “camicazes”. ¿Morir por qué? ¿Y por cuál Patria? ¿Contra cuáles enemigos? ¿En cuál guerra? ¿Qué guerra? ¿Quiénes son los invasores? ¿Dónde están?….
Y el broche de oro, cuando el “jefe de colectivo” decía aquello de “Pioneros por el Comunismo”, y todos, todos nosotros, como corderitos, como fieras hirsutas, como perritos domesticados, decíamos a coro “seremos como el Che”.
Mi sobrina no tiene ni idea de quién es el Che. Y espero que en el futuro no conozca al Che que yo conocí; bueno, al menos al que me dijeron que era. Pero ella, que cursó el primero y segundo grado de primaria en Cuba, 30 años más tarde que yo, volvía a repetir lo mismo que nosotros todos, 30 años antes: “seremos como el Che”.
Los defensores de la educación y la política cubana llegarán a decirme que al menos la Revolución no ha sido extremista como el régimen de Kim Il Sung. Y en ese sentido tendría que darles la razón.
Cuando en 1989 tuve la oportunidad de visitar Pyongyang y Panmunyong, alucinaba al ver que todos los coreanos “adoraban” tanto al “Querido Camarada” que todos, absolutamente todos, llevaban el retrato del “líder” en un pines que colgaban de los vestidos, las camisas, las camisetas. Ah, y el pin se enganchaba en la parte izquierda porque la izquierda es de izquierda y porque el corazón está también ahí. Y a los líderes y los héroes hay que quererlos con el corazón; aún cuando no tengamos ni idea de si en realidad son líderes o asesinos.
Pero, ¿dónde radica la diferencia entre unas maneras y otras? En nada. Las formas son formas. Los contenidos son los que nos marcan para siempre y nos acompañan como fobias por el resto de nuestros días aún cuando simulemos ante otros –que también simulan- que ya hemos sido capaces de olvidar nuestras consignas; aquellas consignas bien aprendidas y tantas veces repetidas.
Hoy mis sobrinos han tenido, aquí, en Europa; en esta Europa “capitalista”, “cruel”, “enemiga”, “degradada, “perversa” y “pervertida”, la opción de ir a un colegio público gratuito, a uno privado o a uno “concertado” (donde el gobierno subvenciona la mitad del coste de los estudios). Claro que, en ninguno de ellos han tenido que repetir “Zapatero Ordene” o “Seremos como los héroes de la Guerra Civil”. Y por fortuna, tampoco “Viva Franco”.
Y la democracia radica en eso; en la opción de tener opciones, sin líderes, sin mártires que nos torturen toda la vida, que nos guíen el camino, que nos marquen para siempre. Pero, ya se sabe, “pioneros por el Comunismo” y no hay opción. “Seremos como el Che” y no hay opción de ser como otro u otros. O como nadie.
Quizás la niña hoy no entienda. Pero, muy probablemente no será una loca guerrillera que abandonará a sus hijos en busca de otras guerras. Tampoco llevará una boina con una estrella en la frente.
No quiero estrellas en la frente “que iluminen el Continente de la América Latina”. Si acaso una, una minúscula estrella que de luz al pensamiento, al entendimiento, a la razón, a la defensa de una sociedad cívica, plural, diversa, donde todos tengan espacio y libertad de creer en Che Guevara o en Mambrú. O en lo que se venga en ganas. En creerse la historia de que los niños vienen en cigüeñas o que los reyes magos existen. O simplemente no creer en nada.
Tampoco será una aventurera inventándose guerras en África o en Bolivia. Ni será una asmática enfermiza. Ni una rencorosa vestida de verde olivo con un pelotón al mando fusilando en La Cabaña a quienes no lo darían todo por la Revolución. Al menos las huellas de las balas que guardan las mazmorras de La Cabaña, de tantos asesinados, no habrán salido de ella.
Ni mucho menos será una seguidora de aquellos “trabajos voluntarios” que se inventó Guevara. No amigos míos, no. Cuando crezca será camarera o periodista. Me da igual. Pero trabajará a cambio de un dinero que le permita cubrir sus necesidades básicas. Y no hará trabajo voluntario porque el voluntarismo, lamentablemente, no paga hipotecas.
Pagará una cuota a Green Peace o apadrinará a un niño de África y no para limpiar su conciencia. Esa será su filosofía, o quizás no, tal vez otra u otra. O Ninguna. Eso lo decidirá ella. Otros ya no decidirán por ella.
Al menos esta “pionera” no será como el Che…
¿Porqué nos obligaban a aquello? ¿Porqué tendríamos que ser como aquel hombre? Y aunque pasan los años no dejo de tener pesadillas del pasado. En mis sueños me persiguen héroes que son villanos, villanos reconvertidos en héroes, himnos, frases, slongans de batallas. Tal vez ella, sin morir por nada ni por nadie, descansará por las nochez en paz.
Nota: Y que me llamen “ilegal” por haberme venido en una patera área desde La Habana a Barcelona sin “papeles”. Valió la pena.
www.casaarabe-ieam.es
‎"Conversación con Tahar Ben Jelloun, celebradA en Casa Árabe el 28 de septiembre con motivo de la publicación en español de los libros "El retorno" y "La primavera árabe. El despertar de la dignidad".

de vuelta otra vez

despues de varios meses de ausencia .. he vuelto al blog
Nos veremos mas a menudo